martes, 1 de febrero de 2011

¿Fu Manchú en Pamplona?


Por Andrés Herrera-Feligreras.Red Navarra de Estudios Chinos

Dice un viejo proverbio “Allí donde llegan las olas, hay chinos” en clara referencia a la historia de la emigración china que tiene una antigüedad de más de 2000 años. Estas líneas no tienen por objetivo hablar de los siete viajes de Zheng He, ni de las migraciones masivas de mano de obra china que iniciadas a mediados del siglo XVIII se prolongarían por todo el XIX extendiéndose por las más remotas regiones del planeta, en especial por el continente americano. Herencia de aquellas épocas son los barrios chinos de Manila, la Habana, Lima o San Francisco, ciudad con el primer Chinatown en importancia mundial y a la que, botas en hombro, se dirigía un monje shaolin llamado Kwai Chang Caine caminando descalzo a través del caluroso desierto californiano.

En España, aunque encontramos comerciantes chinos desde comienzos del s.XX y voluntarios en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil, no se puede hablar del asentamiento de una diáspora china hasta fechas muy recientes y por ese motivo hay un gran desconocimiento y todavía, fuera del marco de los especialistas, siguen constituyendo una “comunidad misteriosa”.

Son muchas las imágenes que los ciudadanos navarros tiene de este colectivo pero, podríamos decir, que proceden de dos grandes polos. El positivo, que asocia a los chinos a un pueblo amable y laborioso. Y el negativo, que los identifica como seres malvados y mafiosos. Ambos polos han sido histórica y convenientemente utilizados por los fabricantes de bulos. Aquí, durante la época de bonanza económica, funcionó el primero: frente al resto de colectivos emigrantes, a los que se señalaba falsamente de culpables de la saturación de los servicios públicos, se hablaba ejemplarmente de los chinos como emprendedores y creadores de riqueza. Ahora que la crisis económica se ceba con los más débiles (que en el sector servicios son los autónomos y pequeños comerciantes) corren bulos relacionados con el segundo polo.

Obsérvese que en el rumor popular quien “no paga impuestos”, “explota a sus trabajadores” o “tiene un tratamiento especial” no es tal o cual persona en singular -que puede ser Qingtian, de Navarra o de cualquier otra región del mundo mundial- sino son los “chinos” como comunidad; ah!, tampoco el rumor se hace eco de los establecimientos chinos que cierran impotentes ante la crisis. Los ciudadanos en general, y los medios de comunicación en particular, deben tener en cuenta que, ni todos los chinos son empresarios, ni todos los empresarios delincuentes son chinos.

La manera en la que vemos a los otros pueblos procede de ideas que van transmitiéndose culturalmente; miramos a través de las gafas de los prejuicios. Es un proceso normal y ocurre siempre y cuando se mira algo de lo que nada se sabe. Conforme vamos aprendiendo, las ideas preconcebidas dejan paso a una visión más cercana a la realidad. Las ideas peyorativas de China que pueblan nuestro imaginario fueron, en su mayor parte, creadas por las potencias europeas durante el siglo XIX para justificar las agresiones imperialistas al gigante asiático. Quizás, sin embargo, la idea negativa que con más fuerza se ha fijado en la imaginación popular es la de los chinos como seres taimados y astutos, que viven según sus propias normas, organizados en sociedades secretas, y esa imagen se personaliza en un nombre: Fu Manchú, el personaje creado en 1913 por Sax Rohmer como arquetipo de villano oriental.

En Pamplona no tenemos mar pero sí río. Siguiendo sus olas a nuestra ciudad no ha llegado Fu Manchú, sino hombres y mujeres en busca de un futuro mejor, con su saber hacer y sus costumbres, entre ellas, la celebración del Año Nuevo Lunar. El 3 de febrero se inicia el Año de la Liebre, un animal asociado a la empatía. Brindemos con ellos recordando que, más allá de los tópicos, ningún pueblo merece ser criminalizado.¡Xin nian kuai le! ¡Gong xi facai!

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